El regreso de los portaaviones (la batalla de las Salomón Orientales)

En las primeras semanas de la batalla de Guadalcanal el objetivo principal de las fuerzas estadounidenses en la isla fue defender y completar la construcción de la base aérea que habían conquistado a los japoneses y que bautizaron como Campo Henderson (o Henderson Field, llamado así en honor al comandante Lofton Henderson, un piloto de los Marines muerto en Midway). Desde el momento en que estuviese operativa, la base proporcionaría a los aliados el dominio del aire y sería decisiva en el resultado de la batalla. Hasta entonces, los marines tendrían que depender de la cobertura aérea que les proporcionasen los portaaviones de la US Navy. A mediados de agosto, una semana después de la batalla de la isla de Savo, los tres portaaviones estadounidenses que operaban en el Pacífico sur (el Saratoga, en Enterprise y el Wasp), con sus respectivos grupos de combate, regresaron a aguas de Guadalcanal.

Mientras tanto, los japoneses habían comenzado a preparar una gran contraofensiva con el objetivo de expulsar a los estadounidenses de Guadalcanal, y, sobre todo, de acabar con las fuerzas navales aliadas en el Pacífico sur. Denominado Operación Ka, el ambicioso plan japonés iba a poner a prueba la capacidad operativa de sus fuerzas aeronavales por primera vez desde del desastre de Midway (en esa batalla fueron hundidos cuatro de sus portaaviones, un golpe del que la Marina Imperial nunca llegaría a recuperarse).

El 16 de agosto zarpó de Truk un convoy japonés con destino a Guadalcanal. Estaba formado por tres barcos de transporte, que llevaban a 1.500 soldados del 28º Regimiento de Infantería, y una escolta de ocho destructores, cuatro patrulleras y el crucero ligero Jintsu. Al mando estaba el contraalmirante Raizo Tanaka. Desde Rabaul se les unieron cuatro de los cruceros pesados del vicealmirante Mikawa que habían derrotado a los cruceros aliados en la isla de Savo.

El 21 de agosto partió de Truk la fuerza principal, cuya misión sería localizar y destruir a la flota aliada antes de dar cobertura al desembarco en Guadalcanal. Estaba dividida en tres grupos. En vanguardia iban dos acorazados, tres cruceros pesados, un crucero ligero y tres destructores, al mando del contraalmirante Hiroaki Abe. Un segundo grupo, comandado por el vicealmirante Nobutake Kondō, estaba formado por un portahidroaviones, cinco cruceros pesados, un crucero ligero y seis destructores. Y finalmente, tras ellos (utilizando los otros dos grupos como cobertura frente a los aviones de reconocimiento enemigo) iba el grupo de portaaviones al mando del vicealmirante Chuichi Nagumo, formado por los portaaviones de escuadra Shōkaku y Zuikaku y el ligero Ryūjō, con la escolta del crucero pesado Tone y ocho destructores.

El plan japonés preveía que las fuerzas de Abe y Kondō serían las primeras en ser localizadas y atacadas por las fuerzas aeronavales enemigas. En cuanto los portaaviones estadounidenses descubriesen su posición para atacar a alguno de los dos grupos, los aviones de Nagumo despegarían para destruirlos. Una vez neutralizados los portaaviones, los dos grupos de vanguardia serían los encargados de acabar con el resto de las unidades de superficie aliadas. En la batalla esperaban contar con la ayuda de un centenar de aviones de la Marina Imperial con base en Rabaul.

La mañana del 23 de agosto un hidroavión de reconocimiento Catalina con base en las islas de Santa Cruz avistó el convoy de Tanaka. El vicealmirante Frank Jack Fletcher, comandante de las fuerzas navales estadounidenses, ordenó el despegue de una fuerza de ataque del Saratoga, que fue incapaz de localizar a la escuadra enemiga. Tanaka, sabiendo que había sido localizado, había variado el rumbo del convoy. Por la tarde otro hidroavión lo volvió a avistar dirigiéndose al norte. Aquella maniobra de evasión iba a suponer un retraso en los planes japoneses (el desembarco en Guadalcanal, previsto para el 24 de agosto, tendría que realizarse el 25), pero en el fondo fue un golpe de suerte para Nagumo: interpretando erróneamente que la flota japonesa estaba regresando a Truk, Fletcher dio permiso al Wasp y todo su grupo de combate, que estaba escaso de combustible, para abandonar la zona y dirigirse a Efate a repostar. La flota aliada se quedaba sin uno de sus portaaviones cuando la batalla estaba a punto de comenzar.

Aquella noche Nagumo ordenó al contraalmirante Chūichi Hara que se adelantase con el portaaviones Ryūjō, el crucero Tone y los destructores Amatsukaze y Tokitsukaze para lanzar un ataque aéreo contra Campo Henderson la mañana siguiente. En realidad la intención de Nagumo era utilizar al Ryūjō (un pequeño portaaviones con graves defectos de diseño, que no habría estado en primera línea si no hubiese sido por las dramáticas pérdidas que la Marina Imperial había sufrido en Midway) como señuelo para atraer el ataque de los portaaviones estadounidenses. Los aviones del Shōkaku y el Zuikaku se prepararon para despegar en cuanto los portaaviones enemigos fuesen localizados.

El cebo cumplió con su cometido. Durante la mañana del 24 de agosto numerosos vuelos de reconocimiento siguieron los movimientos de la fuerza de Hara. Pero Fletcher sospechaba que había más portaaviones japoneses en la zona y no se decidía a lanzar el ataque. Finalmente, pasado ya el mediodía y sin haber recibido informes de más avistamientos, dio la orden. Treinta y ocho aviones del Saratoga despegaron para atacar al Ryūjō.

Para entonces el Ryūjō había lanzado ya su ataque contra Campo Henderson. El plan preveía que fuese una operación conjunta con bombarderos con base en Rabaul, pero estos últimos se vieron obligados a regresar a causa del mal tiempo. Seis bombarderos Nakajima B5N y quince Zeros del Ryūjō se enfrentaron sobre la base aérea de Guadalcanal a una escuadrilla de cazas del Cuerpo de Marines que ya operaba en la isla. En el combate fueron derribados seis aviones japoneses y tres estadounidenses. El aeródromo no sufrió daños significativos.

A las dos y veinticinco de la tarde un hidroavión de reconocimiento japonés avistó a los portaaviones estadounidenses y logró transmitir su posición antes de ser derribado. Era el momento que Nagumo había estado esperando. Inmediatamente ordenó el despegue de su fuerza de ataque en dos oleadas, al tiempo que ordenaba a las escuadras de Abe y Kondō que se adelantasen para que estuviesen en disposición de atacar en superficie a los buques estadounidenses después del anochecer.

Los cazas del Ryūjō aún no habían regresado de su incursión contra Campo Henderson cuando los aviones del Saratoga comenzaron su ataque sobre el portaaviones. El indefenso buque fue alcanzado por al menos cinco bombas y se incendió. Aún tuvo que soportar otro ataque (aunque poco efectivo) a cargo de bombarderos pesados B-17 con base en Espíritu Santo. El Ryūjō se hundió al anochecer, después de que su tripulación hubiese abandonado el barco y hubiese sido recogida por el Amatsukaze y el Tokitsukaze. Los dos destructores también tuvieron que rescatar a las tripulaciones aéreas que a su regreso de Campo Henderson se habían visto obligadas a amerizar en las cercanías de su buque en llamas. Después de completar las operaciones de rescate, el Amatsukaze, el Tokitsukaze y el crucero pesado Tone se retiraron para unirse a la fuerza principal de Nagumo.

El Ryujo, ya gravemente dañado, bajo el ataque de los B-17; el buque que intenta alejarse a toda velocidad es el destructor Amatsukaze:


Cerca de las cuatro y media de la tarde, la primera oleada japonesa, formada por 27 bombarderos en picado Aichi D3A y 15 Zeros, fue detectada por los radares de los portaaviones estadounidenses. Más de cincuenta cazas Wildcat despegaron para interceptarlos, pero la mayor parte de los bombarderos eludieron hábilmente el combate y se lanzaron sobre el más próximo de los buques enemigos, el Enterprise. Muchos Wildcats no abandonaron la persecución a los Val (la denominación que los aliados daban a los Aichi D3A) ni siquiera cuando éstos se lanzaban en picado contra el portaaviones, exponiéndose a ser alcanzados por la artillería antiaérea. El fuego antiaéreo del Enterprise y sus buques de escolta derribó más aviones estadounidenses que los propios cazas japoneses.

Hacia las cinco menos cuarto tres bombas impactaron consecutivamente en la popa del Enterprise, matando a 70 hombres e hiriendo a otros 70. Una de ellas atravesó tres cubiertas antes de detonar bajo la línea de flotación, abriendo una vía de agua que pudo ser controlada. Otra alcanzó un pañol de municiones y provocó un gran incendio. Poco después los aviones japoneses se retiraron. Solo 17 de los 42 que formaban la fuerza de ataque lograron regresar a sus buques. La segunda oleada, formada por 27 Aichi D3A y 9 Zeros, no consiguió localizar a los portaaviones enemigos y tuvo que regresar sin haber entrado en combate.

El Enterprise bajo el ataque de los aviones japoneses:


A pesar del incendio y la vía de agua, los equipos de control de daños del Enterprise lograron que solo una hora después del ataque el portaaviones volviese a estar operativo. Después de recuperar a sus respectivos grupos aéreos, ambas escuadras de portaaviones abandonaron la zona para evitar un enfrentamiento nocturno con buques enemigos. La de Nagumo se dirigió al norte, la de Fletcher al sur. Y, de hecho, las escuadras de Abe y Kondō se encontraban ya próximas a los grupos de combate de los portaaviones estadounidenses cuando éstos se retiraron. Al anochecer dos SDB Dauntless del Saratoga en misión de búsqueda y ataque avistaron la escuadra de Kondō y atacaron al portahidroaviones Chitose, que fue alcanzado por dos bombas y dañado de gravedad. Los aviones tomaron tierra por la noche en Campo Henderson. A medianoche las fuerzas de Abe y Kondō aún no habían tenido contacto con buques enemigos y se retiraron también al norte.

Ignorando que el resto de fuerzas navales japonesas se habían retirado, el contraalmirante Tanaka siguió adelante con su parte de la operación. A la mañana siguiente su convoy seguía camino de Guadalcanal. Hacia las ocho de la mañana fue atacado por varios SDB Dauntless que operaban desde Campo Henderson. Una bomba impactó en el crucero Jintsu, matando a 24 tripulantes e hiriendo al propio Tanaka. El transporte de tropas Kinryu Maru fue también alcanzado por las bombas y comenzó a hundirse. Cuando el destructor Mutsuki estaba rescatando a los supervivientes, aparecieron cuatro B-17 de Espíritu Santo y lo bombardearon. El Mutsuki fue golpeado por al menos cinco bombas y se hundió en pocos minutos. Viendo a su flota desprotegida frente a los continuos ataques aéreos enemigos, Tanaka se vio obligado a dar la orden de retirada.

Así terminaba la batalla de las Salomón Orientales, el tercer enfrentamiento entre portaaviones de la guerra, después de las batallas del Mar del Coral y Midway. Desde un punto de vista numérico, las cifras de bajas fueron muy inferiores a las de las dos anteriores. Los estadounidenses perdieron a 90 hombres, la mayoría de ellos en el ataque al Enterprise. El portaaviones fue el único buque norteamericano que sufrió daños, y tuvo que retirarse durante dos meses a Pearl Harbor para ser reparado. Perdieron también 25 aviones, aunque muchos de sus tripulantes pudieron ser rescatados. Por parte japonesa, los muertos y desaparecidos fueron casi 300. Resultaron hundidos el portaaviones Ryūjō, el destructor Mutsuki y el transporte Kinryu Maru, y dañados el crucero Jintsu y el portahidros Chitose. Especialmente grave fue la pérdida de 75 aviones y de muchos de sus tripulantes. Después de Midway, la escasez de pilotos experimentados en la Marina Imperial empezaba a ser ya dramática.

Aunque ambos bandos acabaron retirándose, desde un punto de vista estratégico la batalla también fue una clara victoria estadounidense. Los japoneses tardaron tres meses en volver a recurrir a un convoy convencional, con barcos de transporte, para tratar de enviar refuerzos y suministros a sus tropas en Guadalcanal. El fracaso de Tanaka demostró que la entrada en servicio de Campo Henderson daba a los estadounidenses el control de las rutas de abastecimiento a la isla durante el día. A partir de entonces serían los destructores (mucho más rápidos que los transportes), en misiones nocturnas, los encargados de transportar tropas y suministros. Los problemas de abastecimiento de las fuerzas japonesas en Guadalcanal serían la causa última de su derrota en la batalla.

El 31 de agosto el portaaviones Saratoga fue torpedeado por el submarino japonés I-26 cuando se encontraba patrullando al oeste de las islas Santa Cruz. Aunque el ataque no causó bajas, dañó gravemente su sistema de propulsión y obligó al buque a dirigirse a Pearl Harbor para someterse a reparaciones. El 15 de septiembre el Wasp fue igualmente torpedeado por el I-19 cuando escoltaba un convoy con destino a Guadalcanal. En la que sin duda fue la salva de torpedos más efectiva de toda la guerra, el Wasp acabó hundido y el acorazado North Carolina y el destructor O'Brien gravemente dañados. Aquello dejaba temporalmente a los aliados con un único portaaviones en activo en todo el Pacífico, el Hornet. Para entonces la 1ª Ala Aérea de los Marines se había establecido ya en Campo Henderson, lo que garantizaba el control aliado del aire en la región.

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