El botones que evitó el fracaso del desembarco de Normandía

En la semana del 17 al 24 de agosto de 1943 se celebró en la ciudad canadiense de Quebec una cumbre en la que participaron el presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, el primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill, y el primer ministro de Canadá, William L. Mackenzie King. La principal cuestión a tratar por las delegaciones participantes fue la operación conocida con el nombre en clave de "Overlord", los desembarcos en Francia previstos para el año siguiente. La conferencia sirvió para aprobar los detalles principales del plan y coordinar los preparativos de la operación.

La cumbre se celebró en el Chateau Frontenac, el hotel más lujoso de la ciudad, y según dicen el más fotografiado del mundo (gracias a su situación privilegiada, en lo alto de una colina con vistas al río San Lorenzo). Aquí lo tenéis en una foto de la época:


Una historia que no mucha gente conoce es la de cómo un empleado del hotel, un simple botones llamado Frank Brittle, jugó un papel decisivo en la conferencia y en el éxito final de Overlord. Al menos eso es lo que de tanto en tanto, como cuando se cumple un aniversario de la celebración de la conferencia, aparece en la prensa canadiense.

Según se cuenta, cuando las reuniones habían finalizado y los tres líderes habían abandonado ya el hotel con sus respectivos séquitos, Brittle descubrió unos documentos codificados olvidados en una de las habitaciones. Entregó los papeles a las autoridades, y no fue hasta unos años más tarde cuando se enteró por un militar estadounidense de la importancia de lo que había hecho: Aquellos documentos eran los planes aliados para el desembarco de Normandía. Si hubiesen caído en malas manos habrían puesto en peligro el éxito de toda la operación.

Brittle murió hace tiempo. No se conocen muchos detalles sobre su historia, porque, tal como contó su viuda a la prensa, el tema era "alto secreto" y al botones le habían prohibido hablar sobre ello. Su familia asegura que recibió una medalla por aquel servicio a la causa aliada. También dicen que en el año 2006 su viuda fue recibida en Quebec por una de las nietas de Churchill, que quería agradecerle los servicios prestados a su abuelo (esto no ha podido ser confirmado por los periodistas que se molestaron en contactar con la familia del primer ministro).

Por si esta historia no fuese lo suficientemente extraña, resulta que hay al menos otros dos personajes que se adjudicaron el honor de haber evitado el desastre aliado. Uno de ellos se llamaba Emile Couture, y era un soldado canadiense destinado a labores administrativas durante la conferencia. Al término de las reuniones, fue uno de los encargados de recoger y destruir toda la documentación que quedaba en el hotel. Su familia asegura que fue él quien encontró los papeles olvidados y se percató de su importancia, y que por su hazaña fue condecorado con la Medalla del Imperio Británico.

El tercero en discordia es el sargento mayor Dominique Boulay, un suboficial de servicio en la ciudadela de Quebec durante la conferencia. Parece que en este caso hay algún artículo de prensa de la época en el que se informa de la concesión de la Medalla del Imperio Británico por haber recuperado los documentos.

¿Qué ocurrió entonces en el Chateau Frontenac? ¿Es que los participantes en la conferencia dejaron el hotel lleno de documentos secretos olvidados? Es una posibilidad. Otra es que todos estuviesen hablando de los mismos papeles. Es probable que los documentos hubiesen pasado por las manos de los tres protagonistas de la historia, siguiendo la cadena de mando: el botones Brittle los habría encontrado y entregado al soldado Couture, quien a su vez se los habría dado al sargento mayor Boulay.

Puede que la importancia de esta anécdota se haya exagerado enormemente (no tanto como en el título de esta entrada, que eso ha sido solo idea mía), pero algún tipo de información vital tenían que contener los famosos documentos para premiar con nada menos que la Orden del Imperio Británico a todos los que intervinieron en su recuperación.

Lo cual nos lleva a otra pregunta: ¿Qué castigo recibiría el inepto que se los dejó olvidados en el hotel?

2 comentarios:

  1. Seguramente es como tu dices, los papeles pasaron por las manos de los tres y luego cada uno dio su versión. En cuanto al que se los dejó olvidados, me juego el jamón que me acaban de regalar a que el castigo o reprimenda fue inversamente proporcional a la importancia de su cargo.

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    1. Me temo que nunca lo sabremos, Iakob. Tu jamón está a salvo.

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