El Memorando Tanaka

El “Memorando Tanaka” era el título de un supuesto documento secreto del gobierno japonés que se dio a conocer al mundo por primera vez en diciembre de 1929 en una revista nacionalista china de Nanking. En septiembre de 1931 se publicó por primera vez en inglés, en otra revista china en lengua inglesa publicada en Shanghai. A finales de ese mismo año apareció en una publicación de la Internacional Comunista. Pero no fue hasta unos años más tarde cuando comenzó realmente su difusión internacional, a partir de su aparición en febrero de 1934 en la portada del primer número de una revista estadounidense lanzada por un popular radiopredicador evangelista llamado Herbert W. Armstrong. En los años posteriores el documento alcanzó una gran importancia política. El Memorando Tanaka fue presentado como el Mein Kampf japonés, la enumeración de los planes del gobierno imperial para la conquista del mundo. Al comienzo fue generalmente aceptado como auténtico, y durante la guerra fue muy utilizado por la propaganda estadounidense. Las acciones japonesas en la década de los 30 parecían dar la razón al contenido del memorando: en 1931 el incidente de Mukden les permitió hacerse con el control de Manchuria, en 1937 comenzó la guerra abierta entre Japón y China, y finalmente en 1941 el ataque por sorpresa a Pearl Harbor inició la guerra contra Estados Unidos, todos ellos enumerados en el Memorando Tanaka como pasos necesarios para convertir a Japón en la gran superpotencia asiática.

El Memorando Tanaka supuestamente era el informe en el que se recogían las conclusiones de una conferencia secreta celebrada en Mukden entre el 27 de junio y el 7 de julio de 1927, presidida por el Primer Ministro de Japón, el barón Giichi Tanaka, y en la que participaron varios miembros del gobierno japonés y los principales militares y funcionarios de la administración japonesa de Manchuria. Siempre fue un documento controvertido. Mientras que en China hoy en día se sigue considerando auténtico, Japón siempre afirmó que el informe era una falsificación obra de los chinos. Los que defienden su autenticidad argumentan que es un informe mucho más elaborado que cualquiera de los documentos falsos conocidos y utilizados en el juego sucio de la política internacional. En su contra está el hecho de que sólo se conocen sus versiones en chino e inglés. Nunca se encontró el texto japonés original, y eso a pesar de la investigación exhaustiva que realizaron los aliados al finalizar la guerra buscando documentos incriminatorios que apoyasen las acusaciones de crímenes de guerra a altos cargos del gobierno de Japón. Por eso la mayoría de los historiadores lo consideran una elaborada falsificación, aunque también los hay que, aceptando que el documento puede ser falso, creen que recogía el auténtico pensamiento de la cúpula militar y diplomática del Japón de los años 20.

Pero, aunque se acepte que el Memorando Tanaka es un brillante truco sucio de política internacional, el misterio sobre su posible autor continúa en la actualidad. La teoría más obvia, al ser un documento que se dio a conocer por primera vez en China publicado en medios nacionalistas, es que fuese obra de los chinos. El otro gran sospechoso es la Unión Soviética, interesada en que creciese la tensión entre China y Japón para conseguir ellos mismos lo que pretendían los japoneses, aumentar su presencia en Manchuria y China. Otra versión, que sería en realidad una mezcla de las dos anteriores, es que fuesen los comunistas chinos los que difundiesen el documento siguiendo las directrices del Komitern, y por tanto del gobierno soviético (recordemos que como comenté anteriormente la primera traducción al inglés fue publicada en diciembre de 1931 en una revista de la Internacional Comunista). Y, por último, tratándose de un caso de juego sucio, no podían faltar los sospechosos habituales, los ingleses. Según el escritor Peter Fleming (hermano de Ian Fleming, el creador de James Bond), que durante la guerra estuvo al mando de la División D, una unidad de inteligencia especializada en operaciones de engaño en el sudeste asiático, el Memorando Tanaka era una falsificación hecha por los servicios secretos británicos.

En 1940 Leon Trotsky, pese a ser enemigo de la URSS y del Partido Comunista Chino (supuestos autores de la falsificación), defendió la autenticidad de Memorando Tanaka, e incluso afirmó que lo había conocido cuando era miembro del Politburó. Según explicó, el memorando fue conseguido en Tokio por agentes de la GPU (el servicio de seguridad soviético), y él mismo pudo ver una fotografía del documento original japonés en 1925. Eso son dos años antes de la fecha oficial del documento, y es que si nos creemos que Trotsky tuvo acceso a él obligatoriamente tuvo que ser antes de 1927, porque en ese año ya había caído en desgracia y había sido deportado a Asia Central. Trotsky explica la contradicción contando que en realidad el Memorando Tanaka fue el resultado de un trabajo hecho durante años, el resumen de los planes ideados por las camarillas imperialistas del Ejército y la Marina, que esperaron a la muerte del Emperador Yoshihito (con graves problemas de salud física y mental) y a la llegada al trono de su hijo Hirohito para conseguir su aprobación. Es más, según Trosky el barón Tanaka llegó al cargo de Primer Ministro (en abril de 1927) precisamente gracias a que se comprometió ante los círculos militaristas a conseguir la firma del Emperador. Una explicación que a mí me parece poco creíble.

Lo primero que hay que decir sobre el contenido del Memorando Tanaka es que en realidad no se trata de la enumeración de los planes japoneses para la conquista del mundo, aunque eso suele ser lo que queda en los titulares. Lo que se relata en él no es más que una estrategia por la que Japón lograría el control de Manchuria y Mongolia, creando así un imperio continental japonés en Asia. El resto, la conquista de China, la de toda Asia Oriental y las islas del Pacífico, y finalmente la de todo el mundo, se mencionan en el memorando, pero de una forma muy poco concreta. Viene a decir que el objetivo de Japón (según se dice siguiendo un plan ideado por el Emperador Meiji, el que abrió Japón al mundo en las últimas décadas del siglo XIX) es el dominio del mundo, pero se presenta simplemente como eso, como un objetivo ideológico a largo plazo.

No es nada habitual (en realidad resulta chocante) que un documento político escrito por un jefe de gobierno recoja nada menos que el objetivo de su país tiene que ser la conquista del mundo. Recordemos que era el supuesto resultado de una conferencia de trabajo, no una obra de consumo ideológico como el Mein Kampf de Hitler. Una explicación la da Trotsky en palabras de Felix Dzerzinsky, el sanguinario director de la GPU en aquella época:

“En ese país hacen todo en nombre del emperador. Para justificar sus medidas y su política arriesgadas, y los grandes gastos del ejército y la armada, los militares y los diplomáticos intentan tentar al Mikado con una perspectiva colosal, también indispensable para las aventuras políticas en las que se están embarcando. Por eso Tanaka escribió un informe especial para el emperador sobre los planes de los círculos militares, informe que el emperador aprobó”.

Es decir, el Memorando Tanaka era un informe destinado a ganarse al Emperador para la causa de los militaristas, por eso no se cortaban en prometerle un futuro de gloria para su país y para él mismo. Trotsky sigue cayendo en las mismas contradicciones con las fechas: supuestamente Dzerzinsky le dio a conocer el informe en 1925, cuando el Emperador todavía no había aprobado el documento (de hecho Hiro Hito todavía no había llegado al trono), pero la explicación de por qué se incluyeron las alusiones a la conquista del mundo en el informe tienen bastante sentido.

Los que creen en la autenticidad del Memorando Tanaka basan su defensa fundamentalmente en dos argumentos: El primero, que el memorando es mucho más elaborado que cualquier falsificación conocida, refleja con gran exactitud la ideología y la forma de pensar de los círculos militaristas y ultranacionalistas japoneses, al tiempo que no da pistas sobre cuál podría ser la ideología de sus supuestos autores. El segundo, que el plan detallado en él se fue cumpliendo paso a paso en los años posteriores. Pues tengo que decir que en realidad no fue así. Hubo importantes acontecimientos históricos que marcaron la política japonesa en aquellos años y que el gobierno del barón Tanaka no podía haber adivinado en 1927.

Por ejemplo, la crisis económica de la década de los 30. Al mismo tiempo que Japón veía más limitado su acceso a los mercados de materias primas de los países asiáticos por las medidas proteccionistas de las potencias occidentales (ya que la mayor parte de ellos, Malasia, Birmania, Indochina, Filipinas, las Indias Orientales Holandesas... eran colonias suyas), aumentaba la hostilidad de la comunidad internacional por la creciente penetración económica y militar japonesa en Manchuria y China. Para los japoneses era una muestra de la hipocresía occidental. Y fue el inicio de una escalada que iría volviendo la hostilidad de los distintos gobiernos imperiales hacia las potencias occidentales y acabaría por decidirles a lanzarse a la conquista de sus colonias del sudeste asiático y el Pacífico. Pero eso ocurriría solo después de que las victorias de Hitler en Europa pusiesen al alcance de los japoneses, a poco coste, las colonias francesas, holandesas y británicas en Extremo Oriente y de que el embargo estadounidense, decretado por la invasión de China, se endureciese tras la ocupación de la Indochina francesa y la unión de Japón al Pacto Tripartito.

Porque (y este en mi opinión es el punto más importante) durante casi todo el periodo de entreguerras el gran enemigo potencial de Japón fue la Unión Soviética. La estrategia de la ofensiva hacia el sur fue propuesta muy tardíamente e inicialmente defendida por la cúpula de la Marina Imperial. En cambio, el Ejército japonés, y más aún el Ejército Kwantung, eran radicalmente anticomunistas y ambicionaban la conquista de Siberia. Durante todos esos años se estuvieron preparando concienzudamente para una guerra contra la URSS. El propio Tanaka compartía esos objetivos. Cuando era ministro de defensa, el general Tanaka (aún no le había sido concedido el título de Danshaku, "barón") había apoyado la intervención japonesa en Siberia durante la guerra civil rusa. Aunque en teoría formaba parte de una fuerza multinacional enviada en 1919 en apoyo de la Legión Checa y de los rusos blancos, su desproporcionada fuerza (70.000 hombres) hizo despertar las sospechas de sus aliados con respecto a las auténticas intenciones japonesas. Y no se equivocaban, ya que las fuerzas japonesas permanecieron en Siberia durante varios años, aun después del final de la guerra civil (se retiraron finalmente en 1923), anexionándose de paso el sur de Sajalin como premio a su intervención en tierras rusas. Tanaka también compartía el anticomunismo del Ejército, como demostró iniciando una brutal represión de la izquierda japonesa en cuanto llegó al poder.

Pero el Memorando Tanaka no refleja esa hostilidad hacia la Unión Soviética. Por el contrario, en el informe se dice expresamente que el mayor enemigo de Japón es Estados Unidos, a causa de la política norteamericana con respecto a China, y que la guerra contra los estadounidenses es necesaria e inevitable. Y eso como resultado de una conferencia celebrada en Manchuria en la que participaron los altos mandos del Ejército Kwantung y presidida por un primer ministro ideológicamente muy próximo a ellos. También es cierto que en aquel momento (1927, el año en que se celebró la conferencia) la Unión Soviética vivía tiempos difíciles y no tenía la influencia en China que conseguiría en los años posteriores. La década de los 30 fue la del acercamiento entre China y la URSS. Pese a que el enfrentamiento entre nacionalistas y comunistas chinos continuaba, la URSS fue desplazando a los Estados Unidos como principal protector del gobierno de Chiang Kai-Shek. Hasta entonces, Estados Unidos había sido el gran defensor de la soberanía e integridad de China frente a las aspiraciones colonialistas del resto de potencias, lo que podía explicar la hostilidad japonesa hacia los norteamericanos.

En cuanto a las aspiraciones imperiales japonesas en China no hay duda de que eran auténticas, y no eran nada nuevo. En 1902 Japón firmó una alianza con Gran Bretaña por la que en 1914 entró en la Primera Guerra Mundial atacando Jiaozhou y Shandong, los territorios arrendados a los alemanes en China. En lugar de devolver esos territorios a los chinos después de ocuparlos, como le pedían sus aliados europeos, Japón presentó las “21 Exigencias”, un conjunto de reclamaciones que, además de dejar en su poder las concesiones alemanas y Manchuria, convertirían de hecho a China en un protectorado japonés. Al final, para conseguir que Japón retirase las “21 Exigencias” los chinos tuvieron que aceptar aumentar los derechos japoneses sobre Manchuria.

Después de la Primera Guerra Mundial Japón se integró en la Sociedad de Naciones como miembro fundador. En 1922 se firmaron los Tratados de Washington: el de las Cinco Potencias (Japón, Gran Bretaña, Italia, Francia y Estados Unidos) limitaba la puesta en servicio de buques de guerra. Japón aceptó la inferioridad naval con respecto a Gran Bretaña y Estados Unidos a cambio de restricciones a la fortificación de bases navales en el Pacífico. En el tratado de las Cuatro Potencias Japón, Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos se comprometían a no atacar sus respectivas colonias. El tratado de las Nueve Potencias protegía a China del imperialismo de las potencias extranjeras, aunque los japoneses lograron que el estatuto de Manchuria no se viese afectado. El gobierno japonés parecía haber sustituido la política de expansionismo militar por la de diplomacia multilateral y acuerdos comerciales con sus vecinos. Pero al mismo tiempo logró mantener los privilegios que habían adquirido en Manchuria. En los años posteriores, el Ejército, como principal brazo administrativo en Manchuria y Corea, acabó teniendo un gran poder político y de decisión en Tokio.

En 1928, aprovechando una oleada de disturbios contra los extranjeros en China en el periodo entre 1925 y 1927, el ejército japonés en Manchuria inició una campaña de falso terrorismo para hacerse con el control de la región. En junio un coronel del Ejército Kwantung colocó una bomba en el tren en el que viajaba Zhang Zuolin, el señor de la guerra de Manchuria, que murió en el atentado. El Primer Ministro Tanaka, el que supuestamente, si creemos en lo que nos cuenta el Memorando, unos meses antes había planeado la toma del poder en Manchuria y la guerra con China, trató de iniciar una investigación y castigar a los culpables, pero se encontró con el encubrimiento de la cúpula del Ejército Kwantung, que entorpecía todos sus intentos de averiguar la verdad. Sin apoyos, distanciado de sus antiguos aliados en el Ejército, Tanaka acabó por dimitir de su cargo en 1929. Hay que tener en cuenta que estos acontecimientos estaban muy recientes en el tiempo cuando el Memorando Tanaka apareció por primera vez en la prensa china, a finales de 1929.

En 1931 los japoneses repitieron la estrategia de 1928 para acabar con la presencia que mantenían en Manchuria las otras potencias extranjeras y terminar con el poder de Zhang Xueliang, hijo de Zhang Zuolin, señor de la guerra y aliado de Chiang Kai-shek (antes del asesinato de su padre eran enemigos, después hicieron causa común contra los japoneses). Los incidentes provocados por los agentes japoneses en Mukden les dieron una excusa para intervenir militarmente, desarmar a las fuerzas chinas y hacerse con el control de todo el territorio. Así nació el estado títere de Manchukuo, al frente del cual los japoneses pusieron a Pu-Yi, el último emperador de China. Todo esto lo hizo el Ejército Kwantung actuando de nuevo de forma autónoma, sin recibir instrucciones de su gobierno, y sin tan siquiera realizar consultas a Tokio. Los años siguientes fueron bastante tensos, con varios choques armados y ataques preventivos japoneses a las guarniciones del norte de China y Mongolia. En 1932, como respuesta a unos ataques contra intereses japoneses en China, el Ejército llevó a cabo una sangrienta operación de castigo en Shanghai. El incidente provocó las protestas de la Sociedad de Naciones. No hubo sanciones, pero los japoneses respondieron a las protestas retirándose del organismo internacional. Ni siquiera los soviéticos se enfrentaron a la política belicista japonesa. Al contrario, vendieron a los japoneses el ferrocarril que controlaban en Manchuria y abandonaron el territorio.

Pese a ello, como comenté anteriormente, en esa época los militares japoneses actuaban siempre con la vista puesta en un futuro enfrentamiento con los soviéticos. De hecho, en el comienzo de la guerra abierta en China a partir de julio de 1937 tuvo gran importancia un acontecimiento ocurrido en Moscú que en principio parece no tener mucha relación con las relaciones chino-japonesas. Me refiero al 7º Congreso de la Internacional Comunista en el que se decidió que los partidos comunistas harían frente común con las fuerzas liberales para detener el ascenso del fascismo. Esa nueva política, que tuvo como resultado en países como Francia y España el nacimiento de coaliciones de Frente Popular en las que entraron los partidos comunistas, en China tendría una consecuencia inquietante para los japoneses. Se estaba preparando una coalición antijaponesa entre las fuerzas de Chiang Kai-shek y Mao Zedong. El Ejército Kwantung y el Estado Mayor Imperial (cuyo jefe de operaciones era en esa época el general Kanji Ishiwara, el responsable del incidente de Mukden) creían que la única respuesta era hacerse con el control del norte de China antes de que se concretase la alianza. La guerra en China se generalizó, pero el Estado Mayor Imperial y el Ejército Kwantung seguían sin perder de vista a la Unión Soviética. Si los partidarios del enfrentamiento con la URSS fueron derrotados por los defensores de la “estrategia del sur” fue por lo que ocurrió en los años posteriores: los ejércitos japoneses se empantanaron en una guerra de desgaste en China, imposible de dar por finalizada; y mientras, las sanciones económicas por su intervención aumentaban los problemas que tenía Japón en el suministro de materias primas y productos esenciales, al tiempo que la derrota de los aliados en Europa dejaba casi indefensas las colonias europeas en el sudeste asiático. En el verano de 1939, en la guerra no declarada que los japoneses bautizaron eufemísticamente como Incidente de Nomonhan, el Ejército Kwantung fue sorprendentemente aplastado en Mongolia por las fuerzas soviéticas al mando del general Zhukov, lo que demostró a los japoneses que no estaban preparados para una guerra de conquista en Siberia. El Ejército Kwantung, con tácticas anticuadas y blindados muy inferiores a los soviéticos, no podría derrotar al Ejército Rojo en un enfrentamiento abierto en las estepas asiáticas. Otro hecho decisivo que hizo al gobierno imperial buscar objetivos más fáciles en el sureste asiático y el Pacífico.

El Memorando Tanaka también recoge los planes militares para una guerra con China, pero no se refiere a la conquista de China. La guerra sería por el control de Manchuria y Mongolia. Tanaka llega a decir que los territorios de Manchuria y Mongolia tenían que ser la Bélgica asiática (durante la Primera Guerra Mundial Bélgica fue el campo de batalla en el frente occidental). El objetivo de todas las medidas y planes detallados en el documento es que Japón se haga con el control de esos dos territorios. Entre esas medidas están:

- Salvaguardar y ampliar los derechos adquiridos en Manchuria, tales como concesiones para explotaciones agrícolas, mineras y forestales, conseguir prioridad en la construcción de nuevos ferrocarriles, permitir a los ciudadanos japoneses residir, viajar y realizar actividades comerciales en la parte oriental de Manchuria, aumentar el número de asesores políticos, económicos y militares japoneses, o el derecho exclusivo de exportación de productos estratégicos.

- Frenar la inmigración china y fomentar en su lugar la coreana, utilizando a los coreanos como punta de lanza de la penetración japonesa.

- Infiltrar a agentes japoneses en Mongolia, que sin llamar la atención logren ganarse la confianza de los señores de la guerra locales e influir en ellos para conseguir derechos en pastoreo y minería.

- Desarrollar una amplia red de comunicaciones, construyendo nuevas lineas de ferrocarril en Manchuria que faciliten la industrialización de la región y su desarrollo económico, la inmigración japonesa y la colonización de nuevos territorios aún sin explotar, y los despliegues de tropas cuando estalle la guerra (ya que las nuevas líneas tienen que estar proyectadas con criterios militares, además de los económicos).

El informe da mucha importancia a este último punto, la construcción de una gran red de ferrocarriles en Manchuria. Se enumeran las nuevas líneas que sería preciso construir, y los motivos estratégicos y económicos que las hacen necesarias. Y también en este punto es donde se habla con más claridad de la política japonesa con la Unión Soviética. Se dice que hay que evitar, en principio de forma pacífica, que los soviéticos construyan sus ferrocarriles proyectados en el norte de Manchuria. Aunque los soviéticos no tienen ambiciones territoriales en la región, según el Memorando Tanaka, esos ferrocarriles son vitales para la URSS para sus comunicaciones con el puerto de Vladivostok y el resto de sus territorios en Extremo Oriente. Por ese motivo, el conflicto con la URSS es inevitable si se quieren controlar los ferrocarriles del norte de Manchuria y frenar la influencia soviética en la región.

En conclusión, el Memorando Tanaka es un detallado estudio de la forma en la que Japón tiene que actuar para hacerse con el control absoluto de Manchuria y Mongolia. Las alusiones que hace a la conquista del resto de Asia o a la guerra con Estados Unidos son reales e inequívocas, y se presentan como parte de un plan preconcebido para lograr el dominio mundial, del que la creación de un imperio continental japonés con la conquista de Manchuria y Mongolia es tan solo el primer paso necesario. Pero en el informe no son más que objetivos ideológicos a largo plazo, para justificar la denuncia del Tratado de las Nueve Potencias y la asunción de una política exterior japonesa más agresiva. En el caso de que sea una falsificación, esas alusiones a los planes japoneses de dominio mundial pueden ser una forma de despertar el interés de las potencias occidentales por un problema muy lejano, como era la lucha entre China, Japón y la URSS por el control de Manchuria. La relativa suavidad con la que el informe se refiere a la Unión Soviética puede ser una pista que apunte a los auténticos autores del Memorando Tanaka, aunque esto es solo una suposición mía.

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