Los primeros aviones a reacción japoneses

Contaba en la entrada anterior que el Shinden había sido concebido inicialmente por el capitán Masaoki Tsuruno como un caza a reacción, pero fue equipado con motor a pistón porque la industria aeronáutica japonesa no tenía todavía capacidad para desarrollar un turborreactor adecuado. Eso cambió cuando los alemanes cedieron a los japoneses los planos de su turbojet BMW 003. Uno de los proyectos que se beneficiaron la llegada de la información sobre el motor alemán fue precisamente el del Shinden a reacción. Se recuperó la idea original de Tsuruno, aunque el proyecto se quedó en los estudios preliminares y no llegó a pasar de las mesas de dibujo.

Los primeros aviones a reacción japoneses nacieron de otros proyectos. Uno de ellos fue iniciado en septiembre de 1944, cuando la Armada Imperial encomendó a la empresa Nakajima el desarrollo de un bombardero ligero con motor a chorro. Diseñado por Kazuo Ohno y Matsumura Kenichi, el avión iba a estar equipado con dos turborreactores Ne-20, unos motores desarrollados y fabricados en un tiempo record basándose en el BMW 003. Además del motor, la influencia alemana se dejó notar en todo el diseño del aparato, ya que los japoneses también habían recibido de sus aliados los planos y documentación técnica del caza a chorro Messerschmitt Me-262, de cuyos vuelos de prueba había sido testigo el agregado militar japonés en Berlín. Pero el avión desarrollado por Nakajima no se limitaba a ser una copia del Me-262. Su tamaño era como un 30% menor, y tenía importantes diferencias en diseño, como las alas rectas, más convencionales que las relativamente novedosas alas en flecha del avión alemán. Además las alas del modelo japonés eran plegables, para poder ocultarlo en el interior de cuevas o túneles. El avión recibió el nombre de Nakajima J9Y Kikka (“azahar”). Podía alcanzar una velocidad máxima de 700 km/h y tenía una autonomía de 900 km, Se diseñaron varias variantes: como caza interceptor (armado con dos cañones de 30 mm), como cazabombardero (con capacidad para cargar una bomba de 500 u 800 kg), y como avión de ataque suicida.


Entre junio y agosto de 1945 se fabricaron dos prototipos. El primero de ellos fue completado a principios de agosto y voló por primera vez el 7 de ese mes, el día siguiente al bombardeo nuclear de Hiroshima. Cuatro días después, en su segundo vuelo de prueba, un error en el ángulo en el que se montaron los cohetes auxiliares que proporcionaban el empuje necesario para despegar provocó que el avión se saliese de la pista. Los daños que sufrió el aparato hicieron que el programa de pruebas quedase paralizado hasta que se completó el segundo prototipo, que no llegó a volar antes del final de la guerra. En ese momento, otros 18 aviones Kikka se encontraban en diversas etapas de producción, incluyendo un entrenador biplaza Kikka-K. Igual que el Shinden, el único aparato que se conserva es propiedad de la Smithsonian Institution, y se encuentra en el National Air and Space Museum de Washington.


Un proyecto anterior surgió también del interés del agregado militar japonés en Berlín por otro modelo de caza a reacción alemán, el Messerschmitt Me 163B Komet. A finales de 1943 Japón pagó 20 millones de marcos por la licencia para producir el Komet y su motor cohete Walter HWK-509. Como parte del acuerdo los alemanes suministrarían, además de los planos detallados, un avión completo y varios motores. Pero enviarlos a Japón no iba a ser nada fácil. Todo el material fue embarcado en dos submarinos japoneses. El avión, desmontado, fue cargado en el RO-501, un submarino de fabricación alemana que salió de Kiel el 30 de marzo de 1944. El 13 de mayo fue hundido en el Atlántico por los aviones del portaaviones de escolta estadounidense Bogue. Los motores embarcaron en el I-29, un submarino del tipo B-1 que ya había completado anteriormente un viaje de ida y vuelta a Alemania para intercambiar materiales estratégicos con su aliado europeo (eran las llamadas misiones Yanagi). El I-29 salió de Lorient el 16 de abril, y logró cruzar el Atlántico y el Índico sin novedad. Pero entonces fue localizado por la inteligencia estadounidense, que descodificaba las comunicaciones navales japonesas. Cuando el I-29 llegó al estrecho de Luzón había varios submarinos enemigos esperándole. No pudo evitar la emboscada, y el 26 de julio de 1944 el fue hundido por el USS Sawfish.

Lo único que lograron salvar fueron algunos manuales técnicos que se había guardado el comandante Eiichi Iwaya, miembro de la misión naval enviada a Alemania, que había desembarcado del I-29 en Singapur y había continuado el viaje a Japón en avión. Así que los japoneses tuvieron que diseñar y construir su versión del Komet sólo con esos manuales, sin ningún aparato que les sirviera de modelo.


El proyecto fue inicialmente una colaboración de la Marina con el Ejército. Los técnicos de ambas armas construyeron un planeador (una versión remolcada para pruebas) denominado MXY8, que voló por primera vez en diciembre de 1944. La compañía Mitsubishi tuvo que diseñar un motor cohete basándose únicamente en los pocos planos que tenían. El motor fue completado con la denominación Toko Ro.2. e instalado en el mismo planeador que había servido para los tests de vuelo. En cuestión de meses, y con la ayuda de unos simples manuales, el primer prototipo estaba listo para volar. Al avión se le dio el nombre de Mitsubishi J8M Shusui (literalmente “agua de otoño”, una forma poética de referirse al sonido de una espada al cortar el aire). El 7 de julio de 1945 hizo su primer vuelo. La prueba fue un fracaso. El motor se paró en pleno vuelo, el avión se estrelló al intentar tomar tierra planeando y estalló en llamas. El piloto, el capitán de corbeta Toyohiko Inuzuka, murió al día siguiente. El accidente paralizó el proyecto. Todos los vuelos de prueba fueron suspendidos hasta que los técnicos pudiesen encontrar la causa del fallo del motor, pero antes de que lo lograsen terminó la guerra. Para entonces se había completado la fabricación de siete Shusui.

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