El general enfermo y el ejército fantasma

El 12 de mayo de 1943 las fuerzas del Eje en África del Norte capitularon en Túnez. Con ellas fue capturado el General der Panzertruppe Hans Cramer, el sustituto de Rommel al frente del Afrika Korps. Hasta entonces el general Cramer podía presumir de una hoja de servicios intachable. No era la primera vez que caía prisionero. Veterano de la Primera Guerra Mundial, en agosto de 1918 había sido capturado por los británicos cuando estaba al mando de un batallón de infantería. En abril de 1941 el por entonces coronel Cramer fue destinado al Afrika Korps como comandante del 8º Regimiento Panzer. Fue condecorado con la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro por su actuación durante la batalla de Sollum, donde resultó gravemente herido. Después de reponerse de sus heridas estuvo destinado en el Estado Mayor del OKH hasta que el 1 de mayo de 1943 fue enviado de nuevo al norte de África, ya como teniente general, prácticamente sin tiempo para más que para rendir a los aliados lo que quedaba del mítico Afrika Korps.

Hans Cramer en 1941, cuando era coronel del 8ª Regimiento Panzer:


Cramer fue trasladado a Inglaterra y el 16 de mayo fue recluido en la prisión especial de Trenk Park, destinada a generales alemanes y oficiales de Estado Mayor capturados. Un año después recibió la sorprendente noticia de que iba a ser repatriado. A causa de su mala salud (sufría de asma agudo) en mayo de 1944 fue seleccionado para un intercambio de prisioneros organizado por la Cruz Roja. Cuando era trasladado al sur de Inglaterra para embarcar en un buque neutral sueco que le llevaría de regreso a Alemania, Cramer pudo ver grandes concentraciones de tropas y equipo pesado, preparándose para el inminente asalto a la Europa continental. La noche antes de embarcar fue invitado a cenar por el general Patton en su cuartel general. Cramer era un militar prusiano de la vieja escuela, así que no se extrañó y consideró la invitación de Patton como una muestra de cortesía militar para con un enfermo. Tampoco se sorprendería demasiado de algún comentario indiscreto del general estadounidense sobre los preparativos aliados para la invasión. Después de todo Patton tenía fama de bocazas. Otros oficiales dejaron escapar delante de Cramer alguna información sobre la próxima operación militar, con alguna alusión a “Calais”.

El 24 de mayo Cramer llegó a Berlín. Allí lo primero que hizo fue reunirse con el general Zeitzler, el jefe del Estado Mayor de la Wehrmacht, y relatarle fielmente todo lo que había visto y oído en Inglaterra. Sus informaciones se ajustaban perfectamente a todos los datos de los que disponían los servicios de inteligencia alemanes obtenidos por otros medios (agentes sobre el terreno, reconocimiento aéreo y análisis de las comunicaciones de radio enemigas): En el sureste de Inglaterra el FUSAG (First United States Army Group) una fuerza militar de catorce divisiones estadounidenses y siete británicas al mando del general Patton, se estaba preparando para comenzar a cruzar el canal en la zona del Pas de Calais en algún momento de las siguientes semanas.

En realidad el FUSAG de Patton era una imponente fuerza militar formada por medio centenar de administrativos y unos cuantos operadores de radio encargados de generar un gran volumen de tráfico de radio falso. Todas sus divisiones, cada una con su orden de batalla definido, su zona de despliegue determinada e incluso sus emblemas propios, existían tan solo sobre el papel. Para engañar al reconocimiento aéreo alemán el sureste de Inglaterra se había llenado de todo tipo de artilugios como tanques hinchables, aviones de cartón y cañones de madera. Los espías alemanes eran en realidad agentes dobles controlados por el Comité XX del MI-5 británico, que enviaban a sus superiores en Hamburgo o Madrid la información que a los británicos les interesaba que se supiese, una estudiada mezcla de datos auténticos y falsos. Todo ello formaba parte de la operación Fortitude, posiblemente el engaño más complejo de la historia, que tenía como objetivo ocultar a los alemanes los planes aliados y obligarles a dispersar sus fuerzas para defender toda la costa atlántica europea, desde Noruega hasta el Golfo de Vizcaya, y especialmente hacerles pensar que los desembarcos principales serían en la zona del Pas de Calais. En la operación intervinieron muchas organizaciones de inteligencia aliadas, coordinadas por la LCS (London Controlling Section) al mando del teniente coronel John Henry Bevan.

Uno de los falsos tanques utilizados para engañar a los alemanes:


Cuando el general Cramer fue seleccionado para su repatriación los hombres de la LCS vieron una ocasión que no podían dejar de aprovechar. Nada menos que un teniente general alemán podría corroborar personalmente la historia que habían estado creando para engañar a los alemanes sobre los preparativos del asalto a Europa. Y lo haría tan solo dos semanas antes del Día D, la fecha fijada para el inicio de los desembarcos. Las tropas que pudo ver Cramer cuando le trasladaban eran auténticas, pero le dijeron que estaba en Kent, en el sureste de Inglaterra, cuando en realidad se encontraba bastante más al oeste y lo que estaba viendo eran fuerzas del XXI Grupo de Ejércitos, preparándose para desembarcar en las playas de Normandía. Patton y sus oficiales de Estado Mayor escenificaron para el general alemán una estudiada representación para convencerle, por medio de sutiles “indiscreciones” de que eran ellos los que iban a estar al mando de los desembarcos y de que su destino era la costa de Pas de Calais. El engaño funcionó, y las informaciones que proporcionó Cramer fueron la pieza que faltaba para que la Operación Fortitude fuese un completo éxito.

Después de su repatriación Cramer fue destinado al Grupo Panzer Oeste en Francia, pero, tras el atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944, su condición de ex-prisionero de guerra le convirtió a ojos de los nazis en sospechoso de estar implicado en el complot militar. El 26 de julio fue detenido por la Gestapo y conducido a los calabozos de la Prinz-Albrecht Strasse de Berlín. No pudieron probar nada contra él, y el 5 de agosto fue puesto en libertad. Pero las sospechas bastaron para acabar con su carrera militar. El 14 de septiembre de 1944 fue expulsado de la Wehrmacht. Del 24 de diciembre hasta la el final de la guerra estuvo bajo arresto domiciliario. Después de la rendición alemana las fuerzas de ocupación británicas le nombraron comandante supremo de todas las tropas alemanas capturadas en Holstein, quizá como premio a su involuntaria contribución a la victoria aliada.

2 comentarios:

  1. Utilizado como conejillo de indias en una guerra donde las principales batallas se libraban conspirando en la retaguardia, en el fondo tuvo suerte de que no lo borraran del mundo de los vivos.
    Un saludo.

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  2. Habría tenido más suerte si no hubiese sido uno de los afortunados elegidos para el intercambio de prisioneros. Volvió a Alemania en el peor momento.
    Un saludo.

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